1. Al enamorarse se inician procesos de difícil control
2. Las chicharras se vuelven locas y nos vuelven locos con su monótono estridular para atraer al macho. Siguen el orden biológico.
3. Nosotros podríamos decidir no enamorarnos, pero la química del amor es deliciosa. La fase del arrobamiento es el momento más feliz en la vida de un hombre. Muchos querrían permanecer en ese estado.
4. En ese estado febril somos más creativos. La creatividad es otra fuente de felicidad.
5. Al crear un doble sublime de la persona que nos sirve de objeto amoroso, nos rendimos ante la perfección: torpes tartamudos esclavos. Nos perdemos.
6. Hay un claro -y dramático- desajuste entre la persona amada y la imagen que nos hemos forjado de ella.
7. Como la persona amada es otra, nos desconciertan sus reacciones ante nuestros requiebros.
8. Es lógico por tanto que la mayoría de nuestras aproximaciones acaben en fracaso
9. Y que las que son atendidas lo sean por diferentes motivos a la química del amor: necesidad de compañía, curiosidad, susceptibilidad al halago, interés material. Habrá algún caso de doble enamoramiento, supongo.
10. El enamoramiento como los partidos de fútbol tiene el tiempo medido, puede que con alguna prórroga.
11. El drama viene a continuación.
12. Cuando la química se enfría el doble sublime se esfuma. Queda ante nosotros la persona real con los defectos a la vista.
13. Forjamos otro doble. Nuestra imagen de los demás, como de hecho nuestra imagen del mundo, siempre está distorsionada.
14. Es comprensible aunque reprobable que nos desinteresemos de la persona amada una vez hemos comprobado que no se ajustaba a la imagen que teníamos de ella.
15. Lo que sigue a continuación es la vida común de los hombres: las dolorosas rupturas o una vida familiar monótona, desgraciada y en algunos pocos casos feliz.
16. De ahí la necesidad del viaje, de los viajes. La ilusión de comenzar de nuevo.
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