Hay algo que me estremece de tal manera que lo eludo, no
quiero pensar en ello: la cantidad de gente dispuesta a fusilar, no a quien
sean sus enemigos, sino a quien consideren que son sus enemigos, y los más,
que, no teniendo valor suficiente, desearían que alguien lo hiciese en su
lugar. Era una idea que me asaltaba viendo el carácter y la actitud de
determinadas personas, ahora lo veo como posibilidad. Cómo es posible, si no
vivimos en una dictadura. Los modelos de mundo que rigen nuestra visión de la
realidad se han reducido a estrechísimos márgenes en el campo de la
confrontación política: amigos/enemigos. Llegado el caso, cómo no vas a hacerlo
- fusilar - si tienes un jefe y formas parte de un pelotón voluntario.
Cuando hay un asunto divisivo, como la ley de amnistía, las
opiniones se alinean en un campo magnético. Enseguida se detectan los patrones,
la idea simple del alineamiento. Quien la asume y proyecta la suelta como si
fuese suya, cuya veracidad - funcionalidad - no se pone en duda, como es verdad
que el sol sale por las mañanas por el este y se oculta por la tarde en el
oeste, aunque como casi todo el mundo sabe eso no es cierto. Si no asumes esa
idea simple o la pones en cuestión eres enemigo.
No hay margen para las discrepancias, para las visiones
intermedias que se aparten de la brújula que indica el norte en el modelo de
mundo asumido. Por eso los flojos, los tibios merecen morir, quizá los
primeros.
No es verdad que exista el pensamiento libre, somos esclavos
encadenados con hilos invisibles. Nuestra libertad de pensamiento no va más
allá de si Paul Newman era mejor que James Dean. Pero es peor que eso, peor que
la aceptación sumisa - consciente o involuntaria - de la esclavitud mental,
somos perros guardianes de nuestros amos: no tenemos otro que su modelo de
mundo, realineado cada día de muchas maneras; no estamos dispuestos a mover un
dedo por quien lo ponga en cuestión, creyendo que nos contradicen a nosotros
mismos. Y algunos estarían dispuestos a coger el fusil si llega el momento.
Dialoga conmigo, discrepa, no me
consideres tu enemigo.
No me gusta la ley de amnistía ni soy independentista, soy españolista incluso. El TC es el autorizado para dictar sentencia , he de acatarlo. Puedo sospechar que prevarica, puedo estar al 100 por ciento seguro , pero todo eso no vale nada en un estado de derecho , la certidumbre interior de una persona no puede sustituir a la sentencia del TC. Solo queda apelar a otra instancia. Todo lo demás , lo siento, es nazismo. Donde queda aquello de los sentimientos no legislan , fría ley , pues es así , la moral no puede sustituir la sentencia , estado de derecho es acatar lo que no gusta ni como esos anti abortistas que intentan presionar a las mujeres que abortan en clínicas , y a mí no me gusta el aborto , pero están en su derecho legal . Estado de derecho es convivir con el adversario, con lo que no gusta. Habría dicho lo mismo si la sentencia fuera la de que no puede haber amnistía. Voltaire dijo : no estoy de acuerdo contigo pero moriría por tu derecho, esa es la esencia del estado de derecho , la convivencia con el mal y con el error , la componenda con la injusticia , se puede denunciar moralmente , pero más allá de la ley no se puede ir , el error de Más fue prefiere la voluntad del pueblo a la ley, ahora hay ultraderechistas que llaman a la golpe , no me refiero a ti. No soy tu enemigo.
ResponderEliminarYo no soy españolista, incluso soy independentista (soy partidario de que el País Vasco se independice, de la desconexión del resto quiero decir, por su tenaz insolidaridad)
ResponderEliminarCómo no voy a acatar la sentencia del TC, no está en mi mano no hacerlo.
El nazismo del que hablas tuvo su réplica: Vyshinski (todo era legal)